No sé vosotros, escritores asiduos o aficionados, si alguna vez os habéis encontrado con la nefasta pregunta de ¿por qué seguir escribiendo? o ¿para qué? Yo, personalmente, no he tenido dicha disyuntiva (de momento) aunque sí me la ha formulado alguien de mi círculo. Lo cierto es que, luego de oirle, te planteas la pregunta más en profundidad, analizando si realmente debe existir esa motivación en cada uno y cuál debe ser.
Mi motivación la tengo clara. Muy clara. Escribo porque me gusta escribir, porque me gusta posar en letras esa fantasía que inunda mi cabeza, esa historia que me gustaría contar a todos. Parece un argumento muy idílico, lo confieso, pero es la pura verdad. No hay más pretensiones fuera de ese hecho. El resto son alegrías que va uno recibiendo, pero no la motivación inicial por la que empezar a crear hojas y más hojas escritas. No obstante, esta motivación inicial varía en cada cual:
– Unos se motivan pensando en que ganarán dinero, un beneficio por las ventas que vayan haciendo de cada libro que tengan. Esta motivación es muy peligrosa (ya no diré si sana o realista), ya que los inicios nunca son fáciles y las ventas suelen ser escasas. Además, escribir por querer abultar la cartera, te hace perder la condición de ser un autor con una obra premium. El deseo de vender hará que crees una novela del tirón, revisando su ortografía y cuatro cosas más y lanzándola al mercado lo antes posible, para que te vaya rindiendo. El libro no es tu hijito, al que mimas y das cariño en todos los detalles, sino más bien un amigo al que quieres mantener contento.
– Otro grupo se centra más en su propio ego. Les motiva escribir «para decir soy un escritor». Este grupo es fácilmente identificable porque suelen inundar sus redes, el Whatsapp, correos y semejantes con el típico mensaje de «¡Eh! Que tengo novela en venta, te va a encantar. Comprala aquí» o «No te pierdas la mejor novela de XXXX género, la mía. Compralá aquí». Buscan rápido que todos sus colegas le reseñen con 5 estrellas en Amazon para poder gritar a los cuatro vientos «¡¡¡Mirad, tengo 20 reseñas de 5 estrellas!!!», cuando la verdad es que se está mintiendo a él mismo. La auténtica reseña, aquella que de verdad te gusta, es la que te deja un lector desconocido, no la que te deja tu amigo del alma o tu primo de Cuenca.
Esta motivación sí es muy perniciosa y debe ser controlada, más que nada porque aunque escribas muy bien, el spam al que sometes tu marca y tu libro hará que la gente te evite incluso sin leerte. Si la calidad de lo escrito es bueno o es malo ya dependerá de cada escritor, aunque generalmente, este grupo de autores motivados por su ego, destacan en una escritura llana y débil en la trama, con unos diálogos irreales en su redacción, además de sobrecargar los elementos descriptivos. ¿Por qué? Porque se tiene la errónea certeza de que por muchoa adjetivar, destacaremos más un texto, haciéndonos más detallistas y -por consecuencia- mejores escritores.
– El último grupo a analizar es el que se inspira en el plagio. Ve una novela que le gustó y decide «mejorarla» con su propio argumento. Lo curioso es que a veces hasta lo consiguen, aunque (como lector) si te leíste la novela de origen que da argumento a la suya, te puede resultar ofensivo, llamando al libro por su auténtico nombre: plagio.
Este grupo de escritores sufre de una autoestima baja, copiando ideas en vez de crearlas, y tejiendo argumentos y mundos donde otro ya los creó. Motivarse así, pensando que vamos a mejorar lo que «ese otro escribió» nos conducirá a un camino de perdición en manos de lectores y críticos.
Seguramente existan más grupos de motivación negativa, muchos más, aunque yo no he tenido el placer de conocerlos (ni falta que hace 🙂 ).
Lo mejor, como siempre digo, es guiarse por la humildad y el deseo de cumplir un sueño. El poder plasmar tu imaginación sobre un libro para poder mostrárselo a la gente debería ser una motivación más que suficiente como para dar alas a cualquier escritor. Sí, luego puedes buscarte otras muchas más motivaciones que te ayuden a seguir, como ir viendo que tienes unas ganancias o vanagloriarte con que eres más conocido en el mundillo, pero nunca debes dejar que dominen tu karma.
Quizás sea muy pretencioso por mi parte pensar así, o quizás muy inocente. Algunos, incluso, pueden decirme que es imposible no pecar en algunos de esos puntos motivadores antedichos, aunque os aseguro que sí se puede. No se trata de cómo escribes o de si tienes talentos para eso. Se trata de educación, simplemente eso. Piénsalo y entenderás lo que quiero decir.