Nueva reseña literaria de Crónicas de Ampiria: El pacto de los dragones

¡Buenos días!

Hoy tengo la buena ventura de mostraros una nueva reseña de un booktuber que ya considero famoso por su entrega a las reseñas literarias, socorrido por muchas firmas editoriales para que evalúen muchos de sus libros.

Su canal está repleto de reseñas de libros que va leyendo de forma sistemática, para luego volcar su opinión con palabras sencillas y directas acerca de qué le pareció todo, tanto la narrativa, como la composición de la novela y sus personajes. Os recomiendo que os suscribáis a su canal, lo actualiza con mucha frecuencia y da consejos literarios muy a tener en cuenta, si estás buscando un nuevo libro de una temática concreta.

Ya lleva reseñados los dos tomos anteriores de la saga Crónicas de Ampiria, y este fin de semana, subió la reseña de Crónicas de Ampiria: El pacto de los dragones. Podéis verla pinchando aquí en Youtube o a continuación:

Desearía darle las gracias a David por su aportación a la literatura y que espero que siga así durante mucho tiempo, pues es una labor maravillosa.

Los límites de la fantasía

Los límites de la fantasía

Los límites de la fantasía¿Hasta dónde se puede fomentar la fantasía en una novela? ¿Vale cualquier cosa? Seguramente todos estemos conformes en que sí, que es uno el que integra lo que es real en ese mundo de fantasía que va creando y narrando en cada hoja, sin embargo… ¿acaso no es cierto que nos basamos en la fantasía ya existente? Dragones, paladines sagrados, nigromantes, unicornios, sirenas, magos tipo Gandalf, enanos tipo Gimli, elfos tipo Légolas, orcos, hadas y un largo etcétera de elementos que en casi cualquier novela de fantasía podemos encontrar integrados y -quizás- con pequeñas variantes, un hecho que deja patente que dicha fantasía, dicho mundo, está adoptado de alguna forma por uno mayor. ¿O quizás no?

Si hablo de mi experiencia, tengo que admitir que adopto la figura del dragón tal y como está narrada en las mil novelas del género. Animales gloriosos e imponentes escupefuegos, a los que les cedo doto también de habla y con conocimientos para evocar retazos de magia. Ahí -en ese último punto- es donde dejo patente mi diferenciación, es donde hago mía esa fantasía adoptada. ¿Un ent? Sí, sí, ese árbol andante que habla, anda y actua muy despacio mientras está en consonancia con la naturaleza. Pues sí, yo también entiendo esa figura y la adopto como guardián de la naturaleza, aunque también le confiero una diferenciación única salida de mi fantasía, privándole de poder andar y cediéndole aptitudes de liderazgo en un gremio.

Si hablo de lo que voy leyendo en otros libros, la idea se repite de igual forma, topándome con más dragones y seres fantasiosos que también confluyen aquí. Y la historia se repite una y otra vez, con más libros y más películas que tintan con esa fantasía ya existente su guion. Eragon, los juegos del hambre, la dragonlance… sí, son historias magníficas en las que se usan figuras de fantasía ya pensadas antes. Y quiero dejar claro que no es que sea algo malo eso, ni mucho menos. De hecho, esta entrada es más por dejar patente una curiosidad.

En Crónicas de Ampiria no solo fantaseé con dragones, si no que realmente quise hacer mío ese mundo. Segadores pútridos, los enigmáticos Orígenes y el bizarro oráculo son algunas de las figuras que -con orgullo- quier oseñalar que han surgido de mi inventiva. Cualquier parecido con la realidad es puramente casual 🙂

¿Y qué quiero concluir con todo esto? Supongo que nada malao ni bueno, tal y como comenté antes. Es simplemente dar constancia de lo atados que estamos incluso en nuestra imaginación. Creemos estar inventando un mundo totalmente nuevo, algo que es totalmente nuestro, pero que desde el momento en el que ponemos un unicornio o un dragón en él, ya lo estamos compartiendo con quien ideó esas figuras míticas. Sí abogo por intentar diferenciar dichas figuras. Si Tolkien definió a los dragones como seres aislados que no se relacionaban con nadie, en Eragon se diferenció haciendo que sí existiera esos vínculos con algunos elegidos. En mi caso, igualmente existe un vínculo exclusivo a una raza de caballeros legendarios, todo supeditado a que sellen un pacto de sangre entre jinete y fiera.

Diferenciación, detalles que hagan que este dragón que leo aquí y este que leí allá sean distintos. Eso sí lo considero relevante. En la fantasía que vayamos escribiendo, no podemos evitar que nuestra mente nos conduzca hacia determinados elementos que ya vivimos en lecturas pasadas, por lo que, debemos entrenarla para saber recordar dichos pasajes cuando hablemos y a saber transformarlos cuando escribamos. Y creo que es un detalle importante, un punto que determina en muchos casos que una novela sobresalga o sea una más del montón.

¿Qué opináis el resto?

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