Por todos es conocido la historia de cómo J.K. Rowling (la escritora de la saga Harry potter) tuvo varios rechazos en manos de editoriales, concretamente de doce en total, que evaluaron el primer volumen como una historia de brujas sin interés para el público. ¡Ah… ilusos! Menudos cabezazos se habrán dado contra la pared tras comprobar el éxito que ha tenido (y tiene) hoy en día. Sírvame este caso como introducción al difícil trabajo de evaluar escritos y sacar a flote los que de verdad pueden interesar el público lector. Las editoriales tienen editores expertos dedicados a eso, aunque no dejan de ser personas con sus fallos humanos, pudiendo escapar de ese filtro obras magníficas. Con esta entrada no quiero mancillar ni mucho menos el trabajo del editor, que me parece muy complicado y digno de elogiar, pues a mí me costaría muchísimo fallar en favor de un escrito u otro, la verdad. Sería poco objetivo en la lectura, dejándome llevar por mis nicho de intereses.
¿Y han habido más casos como el de Rowling? Pues sí… muchos más y -a mi entender- incluso más sonados.
James Joyce
¿Quién no conoce a este irlandés modernista, un afanado escritor que escribió su primer manuscrito (Dubliners) en el año 1905, pero que no lo pudo publicar hasta 10 años más tarde. Llamó a quince editoriales y todas echaban para atrás la obra, alegando que había que quitar/cambiar muchas cosas por no ser útiles en el desarrollo de la historia.
Frank Herbert
¿Y si digo Dune? Seguro que así ubicamos mejor a este autor, el creador de la saga de fantasía y ciencia ficción que todo amante del género ha leído. Hasta veinte editoriales le dijeron que eso no era vendible, que el argumento no cumplía con los requisitos comerciales propios. Que si una historia muy extensa, que si el mundo definido era muy complejo o que la ciencia ficción reflejada denotaba demasiada imaginación. Todo eso y más le llegaron a decir.
Gabriel García Márquez
Tanto de lo mismo. Muchas editoriales consideraban su escritura mala por ser ajena a los movimientos literarios que entonces se asentaban. Él escribía con simplicidad y modernismo, y siguió escribiendo así un libro tras otro, incluso estando en la más profunda pobreza. Hoy en día es considerado uno de los escritores por excelencia.
Stephen King
Sí, también el maestro del terror sufrió los rechazos de las editoriales, concremente de treinta. Carrie, su obra maestra, era vista como basura para quemar. Hoy en día, ha tenido varias adaptaciones cinematográficas y ha venido infinidad de volumenes.
Agatha Christie
Sí, también ella, la estelar creadora del detetive Poirot vio rechazadas sus obras por varias editoriales. Hoy en día, tiene vendidas más de cien millones de copias por todo el mundo.
Y seguro que hay más, muchos más escritores conocidos que han sufrido la tijera de este filtro, que si a ellos les afectó entonces, cuando menos proliferación de publicación existía, imaginaos ahora… Hoy en día, con el auge de las plataformas digitales, se ha incrementado de forma soberbia las publicaciones de nuveos manuscritos, lo que hace que los filtros editoriales sean mucho más estrictos.
Solo espero que la siguiente Christie o el siguiente King no pase de largo…




Esto es como todo, a veces uno no da un paso por temor a meter la pata, y es precisamente cuando mete la pata hasta el fondo.
Imagino que esos editores que rechazaron a estos bestsellers, ahora se estarán mordiendo las uñas, los dedos e incluso las manos.
Hola zippo,
Pues sí, es lo que hay. En esto de las editoriales y los escritores, existe una amistad poco definida, con una confianza difícil de obtener por ambas partes y más aún de mantener. Eso sí, si tu obra empieza a venderse, las puertas comienzan a abrirse a tu alrededor, generando más confianza y mayor «amistad» entre ambos puntos.
Desde luego, rechazar novelas como esas que hoy en día son bestsellers son decisiones tremendamente fallidas, aunque también hay que entender que fueron decisiones tomadas cuando esos escritores eran gente desconocida nadando en un mar de novelas nuevas. A veces, es difícil saber cuándo una novela va a ser un bestseller o no, pues depende no solo de la calidad del escrito, su temática o su representación en los medios, sino del auténtico juez: los lectores y su boca a boca. Y si Harry potter, Carrie o el mítico Poirot hoy acaudalan éxito, es porque sus lectores así lo contemplaron.
A fin de cuentas, lo que de verdad importa es que la lectura sea gratificante, en eso se tiene que basar tanto el escritor como el editor. Muchos piensan en marketing, en vender, en etiquetar su novela como la mejor creación en este último siglo, y esa carencia de humildad condena no solo a la obra, sino a su prosperidad.
Gracias por pasarte por aquí, zippo, y dejar tus impresiones, siempre muy bien recibidas.